martes, 17 de septiembre de 2013

#1 JUICIO DE DIOS “¿Quién juzga, Dios o el mesías?”



La biblia enseña que Dios es el que juzgara el mundo Sal.9:7, 8; 96:13; 98:9; 50:6. Aunque Pablo enseña claramente que Dios juzgara al mundo mediante el mesías, leemos:

Hch.17:31 "por cuanto ha establecido un día en EL CUAL JUZGARÁ (DIOS)  AL MUNDO CON JUSTICIA, POR AQUEL VARÓN A QUIEN DESIGNÓ"

Lo mismo dice Pedro
Hch 10:42  Y nos mandó que predicásemos al pueblo,  y testificásemos que ÉL ES EL QUE DIOS HA PUESTO POR JUEZ DE VIVOS Y MUERTOS.

Y lo mismo enseño Jesús Jn.5:22 "SINO QUE TODO JUICIO DIO AL HIJO". Esto nos enseña que Dios juzgara a todo el mundo por medio del mesías.

Rom 2:16  EN EL DÍA EN QUE DIOS JUZGARÁ POR JESUCRISTO LOS SECRETOS DE LOS HOMBRES,  conforme a mi evangelio.

La venida de cristo será para juzgar a los suyos y a las naciones 2Tim.4:1; Mat.16:27; Mat.25:31-46, etc.


Malak David

Dicc. "CERTEZA" ESCATOLOGÍA, La venida de Cristo


Dicc. "Certeza" ESCATOLOGÍA
Pags. 430, 431
(La venida de Cristo)



V. La venida de Cristo

La esperanza cristiana se centra en la venida de Cristo, que puede describirse como su “segunda” venida (He. 9.28). Por consiguiente, la expresión veterotestamentaria, “el *día de Jehová”, que en el Nuevo Testamento se usa para describir el acontecimiento relacionado con el cumplimiento final (1 Ts. 5.2; 2 Ts. 2.2; 2 P. 3.10; compárese “el día de Dios”, 2 P. 3.12; “aquel gran día del Dios Todopoderoso”, Ap. 16.14), es característicamente “el día del Señor Jesús” (1 Co. 5.5; 2 Co. 1.14; compárese 1 Co. 1.8; Fil. 1.6, 10; 2.16).

La venida de Cristo se conoce como su paruséa (“venida”), su apokalypsis (“revelación”) y su epifaneia (“aparición”). La palabra paruséa significa “presencia” o “llegada”, y se usaba en el griego helenístico para las visitas de dioses y gobernantes. La paruséa de Cristo será la venida personal del mismo Jesús de Nazaret que ascendió al cielo (Hch. 1.11); pero será un acontecimiento universalmente evidente (Mt. 24.27), una venida en poder y gloria (Mt. 24.30), para destruir al anticristo y la iniquidad (2 Ts. 2.8), para reunir a su pueblo, tanto los vivos como los muertos (Mt. 24.31; 1 Co. 15.23; 1 Ts. 4.14–17; 2 Ts. 2.1), y para juzgar al mundo (Mt. 25.31; Stg. 5.9).

Su venida será, también, un apokalypsis, un “quitar el velo”, una “revelación”, cuando el poder y la gloria que ahora le son propios en virtud de su exaltación y sesión celestial (Fil. 2.9; Ef. 1.20–23; He. 2.9) serán revelados ante todo el mundo. El reinado de Cristo como Señor, actualmente invisible al mundo, se hará visible en ese momento por su apokalypsis.

R.J.B.R.J.B. R. J. Bauckham, M.A., Ph.D., Profesor de Historia del Pensamiento Cristiano, Universidad de Manchester, Inglaterra.



lunes, 16 de septiembre de 2013

Dicc. "CERTEZA" Ángel del Señor


Pag.58 


Peg.59


ÁNGEL DEL SEÑOR

El ángel del Señor, a veces “el ángel de Dios” o “mi (o “su”) ángel”, se representa en la Escritura como un ser celestial enviado por Dios para tratar con los hombres como su agente personal o vocero. En muchos pasajes se lo hace prácticamente idéntico a Dios mismo, y en ocasiones habla no solamente en el nombre de Dios sino como Dios, usando la primera persona del singular (por ejemplo con Agar, Gn. 16.7ss; 21.17s; en el sacrificio de Isaac, Gn. 22.11ss; con Jacob, Gn. 31.13, “Yo soy el Dios de Bet-el”; a Moisés ante la zarza ardiente, Ex. 3.2; con Gedeón, Jue. 6.11). Algunas veces se lo distingue de Dios, como en 2 S. 24.16; Zacadio 1.12s; pero Zacarías no mantiene la distinción en forma sistemática (compárese Zacadio 3.1s; 12.8).

En el Nuevo Testamento no hay ninguna posibilidad de confundir al ángel del Señor con Dios. Aparece como *Gabriel en Lc. 1.19, si bien tomando como base Hch. 8.26, 29 algunos inferirían que se trata del Espíritu Santo.

En función, el ángel del Señor es agente de destrucción y juicio (2 S. 24.16; 2 R. 19.35; Sal. 35.5s; Hch. 12.23); de protección y liberación (Ex. 14.19; Sal. 34.7; Is. 63.9, “el angel de su faz (“presencia”, Versión Moderna 1929 )”; Dn. 3.28; 6.22; Hch. 5.19; 12.7, 11); ofrece dirección y da instrucciones (Gn. 24.7, 40; Ex. 23.23; 1 R. 19.7; 2 R. 1.3, 15; Mt. 2.13, 19; Hch. 8.26); proporciona advertencia anticipada acerca del nacimiento de Sansón (Jue. 13.3ss), Juan el Bautista (Lc. 1.11ss) y Jesús (Mt. 1.20, 24; Lc. 2.9). En Jue. 13.3ss no se lo reconoce de inmediato, y para Balaam (Nm. 22.22ss) ni siquiera resulta visible; pero mayormente cuando aparece a los hombres se lo reconoce como un ser divino, si bien en forma humana, y se le dirige la palabra como a Dios (Gn. 16.13, etc.).

J.B.Tr.J.B.Tr. J. B. Taylor, M.A., Obispo de St Albans, Inglaterra.

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